CARTAS AL EDITOR

 

¿Son menos dañinas las gaseosas sin azúcar? un análisis de la información nutricional en dos ciudades peruanas

Are sugar-free soft drinks less harmful? an analysis of the nutritional information in two peruvian cities

 

Diego Azañedo1,a, Lorena Saavedra-Garcia2,3,b, Juan Carlos Bazo-Alvarez1,4,c

1 Centro de Estudios de Población, Universidad Católica Los Ángeles de Chimbote (ULADECH-Católica). Chimbote, Perú.
2 CRONICAS Center of Excellence in Chronic Diseases, Universidad Peruana Cayetano Heredia. Lima, Peru.
3 Escuela de Nutrición y Dietética, Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Científica del Sur. Lima, Peru.
4 Methodology Research Group, Department of Primary Care and Population Health, University College London (UCL). London, UK.
a Cirujano dentista; b nutricionista, máster en alimentación, nutrición y metabolismo; c licenciado en Psicología, maestro en Ciencias en Investigación Epidemiológica

 


Sr. Editor. La mortalidad mundial por enfermedades cardiovasculares (ECV) se estima en aproximadamente 18 millones de muertes anuales, llegando a representar casi la mitad del total de muertes atribuidas a las enfermedades no transmisibles (ENT). Por ello, los organismos internacionales han tomado diversas medidas para su reducción, como el Plan de Acción Global para la Prevención y Control de Enfermedades no Transmisibles, impulsado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tiene como uno de sus objetivos reducir en 25 % la mortalidad prematura por ECV, cáncer, diabetes y enfermedad pulmonar obstructiva crónica para el año 2025 (1).

El consumo excesivo de azúcares presentes en alimentos ultraprocesados como las gaseosas incrementan el sobrepeso y la obesidad, y con ello el riesgo de desarrollar ECV (2). Sin embargo, la aparición en el mercado de las gaseosas “libres de azúcar” (versiones light o zero), como una alternativa “menos dañina”, ha despertado el interés y preferencia de los consumidores (3). Estas últimas reemplazan el azúcar por edulcorantes no nutritivos como estevia, aspartame, acesulfame de potasio o sacarina; disminuyendo la carga energética del producto. No obstante, no se ha prestado atención a la variación en otro de sus nutrientes críticos como el sodio.

Es conocido que una alimentación con elevados niveles de sodio en los alimentos y bebidas, es uno de los principales factores de riesgo para que se produzcan ECV (4). Debido a ello, en el año 2010, la Asociación Americana del Corazón recomendó un máximo consumo diario de sodio de 1,5 g para adultos con hipertensión y otros factores de riesgo, y de 2,3 g para adultos sanos (4). A pesar de dicha recomendación, la media de consumo de sodio en países de América Latina aún supera los 4 g (equivalente a 10 g de sal) (5).

El consumo de bebidas gaseosas es elevado en el Perú. Según el Instituto Nacional de Estadística e Informática (https://goo.gl/pFNw93) en el 2010, el consumo promedio per cápita anual de gaseosas en el Perú fue de 30,6 litros en la costa, 24,8 litros en la sierra y 22,9 litros en la selva. Asimismo, considerando el quintil de ingresos, existen grandes variaciones (47,1 L en el quintil 5 versus 8,5 L en el quintil 1) que indican una concentración del consumo en la población de mayores recursos.

Por todo lo anterior, se realizó una revisión de la información nutricional publicada en las bebidas gaseosas que se ofrecen en establecimientos comerciales de dos ciudades peruanas, Chimbote y Lima. Se recolectaron y revisaron las etiquetas de las botellas de 500 ml de cada una de las siguientes marcas comerciales de gaseosa: Pepsi, Coca Cola, Sprite, Fanta e Inka Kola; tanto en su versión regular, como en su versión “libre de azúcar”. Se estandarizó las unidades de medida de energía (Kcal), carbohidratos totales (g), azúcar (g) y sodio (mg), por cada 100 ml de la bebida; elaborando luego una tabla comparativa (Tabla 1).

Los resultados muestran que, a pesar de la ausencia de azúcar en las bebidas “light o Zero”, una de ellas (Coca Cola Zero) casi duplica y otra (Fanta Zero) triplica el contenido de sodio de su par azucarada. Por ejemplo, si una persona tomara una Fanta de 500 ml en el almuerzo y otra en la cena estaría consumiendo 79 mg de sodio, si la misma persona consumiera Fanta Zero de 500 ml, el consumo de sodio aumentaría a 258 mg (226 % más sodio), si este nivel de consumo se realizara todos los días durante un año, equivaldría a 45,6 cucharaditas de sal. Por otro lado, si otra persona decidiera consumir Coca Cola de 500 ml en la misma proporción, estaría consumiendo 58 mg de sodio; pero, si consumiera la misma cantidad de Coca Cola Zero, equivaldría a 104 mg de sodio (79 % más sodio), y si este nivel de consumo se realizara todos los días durante un año equivaldría a 18,3 cucharaditas de sal. En este sentido, la versión “Zero” de ambas marcas de gaseosa deja de ser menos dañina.

 

 

El consumidor debe comprender que la reducción de la cantidad de azúcar de las gaseosas no garantiza que el sodio se mantenga en su misma proporción. De hecho, el etiquetado actual de estos productos no facilita este mensaje al consumidor. Por ejemplo, cada marca indica la composición nutricional de distinta manera, algunas por cada 100ml, otras en contenido total por envase y otras en porciones, las cuales pueden variar (200 ml, 237 ml o 240 ml) a pesar que se trata de bebidas del mismo tipo. Situación contraria ocurre en países desarrollados, como Inglaterra, donde se obliga a las empresas a presentar información nutricional en un formato estándar (100 g o 100 ml); haciendo que la información sea más fácil de comprender y comparar (6). Por ello, es importante que en Perú la información también se comunique de forma sencilla y clara. Creemos que recibir esta información en forma estandarizada, es un derecho de los consumidores.

En ese sentido, se recomienda a los usuarios evaluar detalladamente la información nutricional de los alimentos o bebidas que consumen. Asimismo, se hace un llamado a la Asociación Peruana de Consumidores y Usuarios, al Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual y al Ministerio de la Producción para que aseguren la implementación de un formato estándar de etiquetado que brinde información de manera más amigable a los consumidores, permitiéndoles tomar decisiones informadas al momento de seleccionar los alimentos que consumirán. Por otro lado, los ministerios de salud y educación deben focalizar esfuerzos en educar al consumidor desde la niñez en la lectura e interpretación del etiquetado nutricional de los productos, así como en promover el consumo de alimentos saludables. Estamos seguros de que la adopción de estas medidas contribuirá a la mejora del perfil nutricional de la población y, como consecuencia, a la reducción de enfermedades crónicas no transmisibles y sus complicaciones.

Contribuciones de autoría: DA Y JCBA han participado en la concepción del manuscrito, recolección e interpretación de los datos; DA, JCBA Y LSG han participado de la redacción, revisión crítica y aprobación de la versión final del manuscrito.

Fuente de financiamiento: el presente estudio ha sido financiado por la Universidad Católica los Ángeles de Chimbote

Conflictos de interés: los autores declaran no tener conflictos de interés con respecto a este artículo

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Sacco RL, Roth GA, Reddy KS, Arnett DK, Bonita R, Gaziano TA, et al. The Heart of 25 by 25: Achieving the Goal of Reducing Global and Regional Premature Deaths From Cardiovascular Diseases and Stroke. A Modeling Study From the American Heart Association and World Heart Federation. Glob Heart. 2016;11(2):251-64. doi: 10.1016/j.gheart.2016.04.002.

2. Rippe JM, Angelopoulos TJ. Sugars, obesity, and cardiovascular disease: results from recent randomized control trials. Eur J Nutr. 2016;55(Suppl 2):45-53. doi: 10.1007/s00394-016-1257-2.

3. Piernas C, Ng SW, Popkin B. Trends in purchases and intake of foods and beverages containing caloric and low-calorie sweeteners over the last decade in the U.S. Pediatr Obes. 2013;8(4):294-306. doi: 10.1111/j.2047-6310.2013.00153.x.

4. Lloyd-Jones DM, Hong Y, Labarthe D, Mozaffarian D, Appel LJ, Van Horn L, et al. Defining and setting national goals for cardiovascular health promotion and disease reduction: the American Heart Association’s strategic Impact Goal through 2020 and beyond. Circulation. 2010;121(4):586-613. doi: 10.1161/ CIRCULATIONAHA.109.192703.

5. Panamerican health organization. Countries of the Americas are Taking Action to Reduce Salt Consumption and Save Lives [Internet]. Washington, D.C., USA: PAHO; 2011 [actualizado el 11 de noviembre; citado el 3 de mayo de 2017]. Disponible en: http://www.paho.org/hq/index.php?option=com_content&view=article&id=6152%3A2011-countries-americas-taking-action-reduce-salt-consumption-save-lives&Itemid=1926&lang=en.

6. Population health Division. Technical guidance on nutrition labelling. In: Department of health. London, UK: UK goverment; 2017. p. 22.

 

Correspondencia: Diego Azañedo
Dirección: Jr. Tumbes 247, Casco urbano, Chimbote, Ancash, 02804, Perú
Teléfono: (43) 947121972
Correo electrónico: dazanedov@uladech.edu.pe

 

Recibido: 26/10/2017
Aprobado: 07/02/2018
En línea: 05/04/2018