10.17843/rpmesp.2020.372.4518
ARTÍCULO DE REVISIÓN
Participación social, un factor a considerar en la evaluación clínica del adulto mayor: una revisión narrativa
Social participation, a factor to consider in the clinical evaluation of the older adult: a narrative review
Walter Sepúlveda-Loyola
1,2, Kinesiólogo, Magister y Candidato a Doctor en Ciencias de la
Rehabilitación
Rosielma Dos Santos Lopes
3, Abogada, Especialista en Derecho Penal, estudiante de Magister
en Derecho Negocial
Renata Pires Tricanico Maciel
1,2, Fisioterapeuta, estudiante de Magister em Ciencias de la
Rehabilitación
Vanessa Suziane Probst
1,2, Fisioterapeuta, Magister y Doctor en ciencias de la
Rehabilitación y Fisioterapia
1 Program of
Masters and Doctoral degree in Rehabilitation Sciences, Londrina State
University (UEL) and University North of Parana (UNOPAR), Londrina, Brazil.
2 Grupo de Estudo de Envelecimento (GEE), Londrina State
University (UEL), Londrina, Brazil.
3 Program of Laws, University Center Philadelphia (UNIFIL),
Londrina, Brazil.
RESUMEN
La participación social es definida como la integración de las personas a actividades de la comunidad en grupos sociales voluntarios u obligatorios, formales e informales, lo cual podría tener consecuencias en la salud de la población adulta mayor. Fue realizada una búsqueda en Pubmed, Scielo, Scopus y Google Scholar. Para esta revisión se analizaron 16 artículos que estudiaban el impacto de la participación social en adultos mayores, incluyendo un total de 73 698 096 individuos de Norteamérica, Asia, Europa, y América latina. La participación social es considerada como un factor protector para la salud mental y física de los adultos mayores, la cual ha sido asociada a disminuciones de la discapacidad, comorbilidades y mortalidad. Por esta razón, se sugiere que debe ser evaluada en la práctica clínica. Esto permitiría orientar y derivar a los adultos mayores a participar de determinadas organizaciones comunitarias, principalmente aquellos que no tienen redes de apoyo, que no están vinculados a grupos comunitarios, que tienen síntomas de depresión o que están iniciando un cuadro de deterioro físico o cognitivo. De este modo, la salud pública podría aumentar sus acciones de prevención y promoción de la salud por medio de las organizaciones comunitarias. Por otro lado, la falta de instrumentos y consensos para evaluar la participación social fue discutida en esta revisión donde se ha propuesto un cuestionario de evaluación de la participación social del adulto mayor que debe ser validado y estudiado en el futuro.
Palabras claves: Participación Social; Envejecimiento; Funcionalidad; Salud. (fuente: DeCS BIREME).
ABSTRACT
Social participation is defined as the integration of people into community activities in voluntary or mandatory, formal and informal social groups, which could have consequences concerning the health of the older population. A search was conducted on Pubmed, Scielo, Scopus and Google Scholar. For this review, 16 articles studying the impact of social participation on older adults were analyzed, including a total of 73,698,096 individuals from North America, Asia, Europe, and Latin America. Social participation is considered a protective factor for the mental and physical health of older adults, which has been associated with decreases in disability, co-morbidities, and mortality. For this reason, it is suggested that it should be evaluated in clinical practice. This would make it possible to orient and refer older adults to participate in certain community organizations, mainly those who do not have support networks, who are not linked to community groups, who have symptoms of depression or who are beginning to show physical or cognitive deterioration. In this way, public health could increase its prevention and health promotion actions through community organizations. On the other hand, the lack of instruments and consensus to evaluate social participation was discussed in this review where a questionnaire to evaluate the social participation of the older adult has been proposed to be validated and studied in the future.
Keywords: Social Participation; Aging; Functionality; Health. (source: MeSH NLM).
INTRODUCCIÓN
El envejecimiento es un proceso caracterizado por un decline en la capacidad funcional relacionado a disminución de la fuerza muscular, equilibrio, capacidad aeróbica, flexibilidad y también algunas funciones cognitivas, como la memoria (1,2). La funcionalidad del adulto mayor se ve afectada por factores intrínsecos como la prevalencia de algunas enfermedades crónicas y factores extrínsecos como el tipo de vivienda, el nivel educacional, el estado socioeconómico y la participación social (3,4). El equilibrio entre estos factores son determinantes para la salud y la calidad de vida de los adultos mayores (5-7).
La Organización Mundial de la Salud describe una estrecha relación entre las funciones físicas con el nivel de autonomía y de participación social en la comunidad (8). Respecto de la participación social, esta ha sido definida como la participación activa en organizaciones comunitarias de carácter religioso, deportivo, cultural, recreativos, políticas y de voluntariados (9-12). Diversos estudios han reportado efectos protectores de la participación social para la salud del adulto mayor, siendo considerada como un estímulo para aumentar el nivel de actividad física y la capacidad de sociabilización, lo que favorece las funciones cognitivas (9,13).
A pesar de que la baja participación social ha sido asociada a problemas de salud y discapacidad en el adulto mayor (9,14-16), es necesario conocer el impacto real sobre la salud y funcionalidad en esta población. En la literatura se han definido algunos métodos para medir el nivel de participación social (9,10,17,18), sin embargo, existen escasos instrumentos como cuestionarios que la evalúen de manera integral y que puedan ser utilizados en el área clínica (17,19).
Por todo lo dicho, esta revisión narrativa tuvo como objetivo analizar el efecto de la participación social en la salud de las personas adultas mayores e identificar los principales instrumentos de evaluación de la participación social.
METODOLOGÍA
La búsqueda de la literatura fue realizada por dos autores (WSL y RSL). Fueron consultadas las siguientes bases de datos Pubmed, Scielo, Scopus y Google Scholar usando los siguientes términos MeSH («social participation» and «aging») y DeCS («participación social» y «envejecimiento»). Fueron incluidos artículos de investigación de cualquier tipo de diseño metodológico publicados desde el 2010 hasta el 2020, en los idiomas inglés, español o portugués. Se excluyeron los artículos que no describían en la metodología los criterios para definir la participación social y también aquellos cuya población de estudio fuera menor de 55 años.
Las listas de artículos de las bases de datos fueron bajadas en «formato bib» y almacenadas en el programa STAR (State of the Art through Systematic Review) y en Mendeley para analizar artículos duplicados, lecturas de títulos y resumenes. El contenido de la revisión fue dividido en tres áreas principales: 1) definición de la participación social; 2) beneficios de la participación social para la salud física y mental del adulto mayor; 3) salud pública y participación social; y 4) evaluación de la participación social.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Después de analizar duplicaciones, la lectura de títulos y resúmenes, y de pasar por los criterios de exclusión, fueron escogidos 16 estudios sobre participación social en adultos mayores y sus efectos para la salud. En la Tabla 1 se presentan las características de los estudios seleccionados para la revisión. Los estudios seleccionados son en su mayoría de diseño longitudinal e incluyen un total de 73 698 096 adultos mayores de Norteamérica (6 artículos), Asia (5 artículos), Europa (3 artículos), y América latina (2 artículos). Además de los artículos seleccionados hemos incluido otros complementarios para la discusión de los resultados.
Tabla 1. Características de los principales estudios incluidos en la revisión
M: masculino; F: femenino;
n: número de sujetos.
EUA: Estados Unidos de América
DEFINICIÓN DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL
De acuerdo con Desley, et al (20) y Loyola, et al (9), la participación social es un indicador individual de la integración de las personas a actividades de la comunidad en grupos específicos de carácter formal o informal que genera interacciones sociales con otros individuos. En este sentido, la participación social es considerada uno de los factores protectores para la salud y la funcionalidad del adulto mayor, junto con el estilo de vida, el apoyo familiar, el nivel educacional, función física y mental, apoyo económico, estado y tipo de enfermedad (9,16,21) (Figura 1).
Figura 1. Principales factores que determinan la funcionalidad y el estado de salud de un adulto mayor.
No existe un consenso sobre los criterios para identificar la participación social en los adultos mayores (Tabla 1). Por ejemplo, de acuerdo con Chan, et al (22), la participación social se relaciona más con las redes de apoyo que puede tener un adulto mayor en la familia o en la comunidad, pero no se describe estrictamente como la vinculación a alguna organización comunitaria como fue planteado por Aida, et al (23). Actualmente se ha ampliado un poco más el concepto de participación social incluyéndose también los factores sociales (24,25), la frecuencia de participación en días, semanas o meses (26) y el rol dentro de una organización o grupo comunitario (26).
Debido a que la participación social puede variar según el tipo y el acceso a actividades en un determinado territorio, la mayoría de los estudios evalúan determinadas actividades según la realidad local (Tabla 1). Por eso, podemos encontrar estudios que consideran actividades de recreación, de lectura, salidas al cine y de cultura, como en el estudio de Facourt, et al (26) en Inglaterra o en el de Tomioka, et al en Japón (27), las cuales que no son de común acceso para los adultos mayores de Latinoamérica.
Entre las organizaciones consideradas por la literatura, existen dos grandes divisiones, las voluntarias y las obligatorias, donde el individuo puede desarrollar el liderazgo o ser un miembro más del grupo (28). Dicho esto, podemos subdividir estas actividades de la siguiente manera: 1) actividades informales de conexión social (visitar la familia, amigos o vecinos); 2) actividades sociales en público (salir a restaurantes, clubes de baile, cines, teatros, etc.); 3) actividades sociales de ejercicio o recreación (salir a jugar futbol, ir al gimnasio, asistir a clases de baile, de pintura, etc.); 4) actividades sociales de carácter cívico (asistir a juntas de vecinos, actividades del consejo comunal, reuniones de partidos políticos, etc.); 5) actividades comunitarias (como participar de grupos étnicos, grupos religiosos, grupos de adultos mayores, etc.) (28). Otra clasificación más simple es dividir los tipos de organizaciones en verticales y horizontales (29,30), de las cuales los verticales serían grupos políticos, religiosos, juntas de vecinos y asociaciones de adultos mayores; y los horizontales serían grupos voluntarios, deportivos y de recreación.
BENEFICIOS DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL PARA LA SALUD FÍSICA Y MENTAL DEL ADULTO MAYOR
Diversos son los beneficios de la participación social para la salud mental y física de los adultos mayores que han sido descritos por la literatura (9,13,20,39,40). En relación con la función mental, las actividades sociales ayudan a preservar la capacidad cognitiva en la población adulta mayor (39), debido a que la participación social es un estímulo que mantiene al adulto mayor vinculado con el medio y la comunidad. Al participar en reuniones, el adulto mayor se mantiene conectado en el tiempo y el espacio, así también, interactúa con otros adultos mayores, lo cual estimula los sistemas sensoriales, la autoestima, la afectividad, y el apoyo emocional y psicológico (9,13,41) (Figura 2).
Figura 2. Principales efectos de la participación social para la salud del adulto mayor. La participación social contribuye a una mejor función física, mental y menor comorbilidades, que llevan a una reducción de la mortalidad del adulto mayor.
De acuerdo con Chan, et al (22), vivir solo 4y tener pocas redes de apoyo aumenta los síntomas depresivos entre hombres y mujeres mayores. La participación social disminuye los síntomas depresivos y mejora la capacidad cognitiva, según un estudio de seguimiento de 8 años por Bourassa, et al (35). En este sentido, Bernier, et al (25) reportaron que la participación social sería un factor protector que disminuye el deseo de suicidio de los adultos mayores, esto puede ser explicado por los efectos antidepresivos de la participación social descritos previamente por Crezen, et al (34). Este mismo autor señala que participar de cualquier grupo comunitario genera efectos beneficiosos para la salud emocional de la persona mayor. Sin embargo, los más grandes beneficios emocionales se producen cuando los adultos mayores se vinculan a organizaciones religiosas o espirituales (34).
Un estudio prospectivo realizado por Tomioka, et al (27) constató que la participación social en diferentes actividades estaría asociado con un aumento en las actividades de la vida diaria en mujeres. De acuerdo con este estudio, los hallazgos resaltan la importancia de incentivar a los adultos mayores a participar en actividades sociales para mantener la funcionalidad en las actividades de la vida diaria. Por lo que participar de reuniones o actividades sociales es un estímulo que aumenta el nivel de actividad física, el cual es un factor importante para la salud de las personas de la tercera edad (42) (Figura 2). Este aumento de la actividad física puede generar efectos no solo en la capacidad funcional, sino que también a nivel sistémico (43,44). Esto puede ayudar a comprender la relación entre participación social y buena función pulmonar, reportadas por Crittenden, et al (31) o con baja inflamación sistémica, observada por Ferrano, et al en individuos adultos mayores que estaban vinculados a actividades comunitarias (32). Por esta razón, los adultos mayores que son socialmente activos presentan mayor funcionalidad, más hábitos saludables, menor número de comorbilidades y bajo riesgo de mortalidad que aquellos que no participan de organizaciones comunitarias (9,13–16,33,45). De esta manera, como fue descrito por Gallardo-Peralta, et al (36), el envejecimiento exitoso se relaciona con mayores niveles de participación.
Es importante considerar que los efectos de la participación social sobre la salud de los adultos mayores dependen del tipo de actividad social, localidad (urbano o rural), raza, edad y género (41,46,48). Por ejemplo, las actividades espirituales o religiosas se han asociado más a reducciones en síntomas depresivos en adultos mayores comparado a otros tipos de actividades (34). Según Hernández-Huayta, et al los adultos mayores que viven en zonas rurales tienen una mayor participación social y comunitaria que aquellos que viven en zonas urbanas (46). Adicionalmente, mayores efectos de la participación social han sido encontrados en mujeres comparado a los hombres (37), donde, por lo general, las mujeres participan más activamente que los hombres en organizaciones comunitarias (9,41).
Por otra parte, existen algunos tipos de participación, ya descritos, que no siempre tienen efectos positivos (49), como aquellas actividades obligatorias, las cuales puede tener efectos negativos en la salud mental de esta población (49). Por este motivo, se recomienda que los adultos mayores realicen actividades que estimulen su participación de manera autónoma (49), a fin de lograr una vida activa y saludable (41).
SALUD PÚBLICA Y PARTICIPACIÓN SOCIAL
Actualmente existen algunos programas que han incentivado el empoderamiento de los adultos mayores en la sociedad (50–52). La participación social ha sido fuertemente estudiada en países como Japón, Estados Unidos y Canadá (24,31,41), donde se destacan algunas estrategias para aumentar la participación social, como la disponibilidad de espacios comunitarios para actividades de desarrollo humano, artístico, cultural, deportivo, espiritual, cívico y recreativo (26,33). En Latinoamérica, si bien existen programas propuestas por los ministerios de salud; la participación social especialmente de los adultos mayores ha sido poco estudiada (9,36).
En Brasil, se creó la Política Nacional para Personas Mayores, promulgada en 1994 y regulada en 1996, que garantiza los derechos sociales de las personas mayores, creando condiciones para promover su autonomía, integración y participación efectiva en la sociedad y reafirmando el derecho a la salud en diferentes niveles de salud (53). Uno de los objetivos es garantizar la atención a toda la población, dar visibilidad a las personas mayores con un alto grado de dependencia funcional, crear entornos físicos, sociales y actitudinales que permitan mejorar la salud de las personas con discapacidad, con el objetivo de ampliar su participación social en la comunidad (53).
En Chile, un enfoque basado en los derechos ha cobrado impulso en las políticas públicas y sociales sobre el envejecimiento (52). El objetivo subyacente es proporcionar garantías para el bienestar integral de la población adulta mayor. Unas de las estrategias de participación que impulsó el Ministerio de Salud de Chile para los adultos mayores fue el Programa Más Adultos Mayores Autovalentes, que no solo fomenta la actividad física, sino también la participación social e integración a actividades comunitarias (50). Los adultos mayores participan principalmente en organizaciones sociales religiosas, consejos vecinales y grupos de adultos mayores (36). De esta manera, a pesar de las iniciativas de Ministerio de Salud chileno, la participación es relativamente baja y el sistema sanitario no consigue atender una gran parte de la población (54).
En el Perú, se formó una comisión multisectorial para formular el Plan Nacional para las Personas Adultas Mayores (PLANPAM) (55) cuyo objetivo fue mejorar la calidad de vida de los adultos mayores; todo basado en cuatro políticas nacionales esenciales: a) envejecimiento saludable; b) empleo, bienestar y seguridad social; c) educación, conciencia y cultura sobre el envejecimiento y la vejez; y d) participación e integración social. El Plan consideró grupos para adultos mayores, actividad física, consejos locales de salud y consejos comunitarios donde los adultos mayores pueden ser escuchados y presentar sus demandas y prioridades. La participación social en adultos mayores peruanos a pesar de estar presente como una de las prioridades del PLANPAM, ha sido poco estudiada, lo cual puede ser relacionado a la falta de instrumentos de evaluación y capacitación en el área (56).
En este sentido Hernández-Huayta, et al (46) en su estudio evalúa la participación social en adultos mayores peruanos, sin embargo, el instrumento que utilizan, de acuerdo con los autores, no ha sido validado en población peruana. Esta falta de instrumentos de evaluación de la participación social acontece también en otros países de Latinoamérica y del mundo. De acuerdo con Soto, et al (56) son diversos los desafíos para la investigación en salud pública para la realidad latinoamericana, por lo que el estudio de la participación social y sus efectos en la salud de las personas adultas mayores será probablemente un foco importante para los investigadores en el área de la gerontología y la salud pública.
EVALUACIÓN DE LA PARTICIPACIÓN SOCIAL
A pesar de las evidencias actuales sobre los efectos de la participación social para la salud del individuo, existen escasos instrumentos que la evalúen de una manera integral (17). La participación social ha sido evaluada dentro de subítems inmersos en otros cuestionarios no específicos (19,25), o por medio de preguntas simples que miden si el adulto mayor ha participado o no en alguna organización social en un determinado periodo de tiempo (9,10,18,35).
Entre los instrumentos que se usan en la práctica clínica para evaluar la participación social, los más utilizados son: Community Integration Questionnaire (CIQ) (57), Participation Scale (P-Scale) (58) y Social Participation Restrictions Questionnaire (SPaRQ) (59). También se ha sugerido cuantificar el nivel de participación social, por medio de escalas de 5 a 10 ítems (26,28,33,35,60,61), que evalúa la frecuencia en días por mes, de diversas actividades sociales, como salir con amigos o familia; actividades religiosas; actividades deportivas; actividades educacionales o culturales; reuniones de clubes del adulto mayor; actividades en asociaciones profesionales, de vecinos o jubilados; actividades voluntarias de caridad y actividades recreacionales o de otra índole.
Debido a la amplia definición de participación social y a la variedad de tipos de actividades que pueden considerarse parte de este concepto, la utilización de preguntas simples (9,26,35,36,60,61) puede ser una buena estrategia de evaluación, considerando que los tipos de organizaciones o grupos comunitarios, y las oportunidades de participación social pueden variar en cada país. En este sentido, en la literatura se han reportado dos puntos de corte para definir la baja participación social (9,17), que pueden ser utilizados en la evaluación del adulto mayor de una manera rápida y objetiva. Estos puntos de corte dependen del número de veces que una persona participa en algún tipo de organización o grupo comunitario, el primero es «participar menos de una vez por semana» y está asociado con mayor discapacidad (9), y el segundo es «participar menos de una vez por mes» y está relacionado con mayor mortalidad (17).
La participación social, como se demostró en esta revisión, está relacionada con la salud y funcionalidad del adulto mayor (9,13,20,26,35,36,39,40,60,61). De este modo, la elección del criterio de evaluación puede depender de diferentes factores que el profesional del área de salud debe tener en consideración, como el tiempo de evaluación y los tipos de organizaciones comunitarias disponibles para el adulto mayor en un determinado país.
En relación con lo anterior, los investigadores del presente estudio han propuesto una ficha de evaluación con un cuestionario sobre la base de la literatura analizada, que puede ser utilizada para la evaluación de la participación social de los adultos mayores para ser aplicado en los sistemas de salud pública en Latinoamérica.
El cuestionario considera 6 diferentes tipos de actividades relacionadas a la participación social del adulto mayor: (1) actividades o reuniones con organizaciones de adultos mayores; (2) actividades o reuniones de junta de vecinos o partido político; (3) actividades o reuniones religiosas, de crecimiento personal o espiritual; (4) actividades familiares o con amigos; (5) actividades de voluntariado para ayudar a otras personas; (6) actividades recreativas en la comunidad, como fiestas, actividades deportivas, culturales, musicales asociadas a algún otro pasatiempo.
Las opciones de respuesta del adulto mayor a la pregunta «¿has participado de alguna de las 6 actividades señaladas?» son las siguientes: 1) No, nunca; 2) sí, una vez por mes; 3) sí, de 2 a 4 veces por mes; 4) sí, una vez por semana; 5) sí, más de una vez por semana; con puntuaciones de 0 a 4 respectivamente. Además, se consideró evaluar la función que tiene el adulto mayor en la organización o en el grupo que participa con la pregunta «¿formas parte de la directiva de alguna de las organizaciones o grupos de los cuales participas?».
El cuestionario de participación social del adulto mayor (Anexo 1) será útil para identificar los tipos de participación que los adultos mayores están realizando y poder intervenir tempranamente en aquellos adultos mayores que no tienen redes de apoyo comunitario. Adicionalmente, futuros estudios podrían validar el cuestionario propuesto en esta revisión y su relación con la funcionalidad física y mental de los adultos mayores de Latinoamérica.
CONCLUSIÓN
La participación social puede ser definida como la vinculación voluntaria u obligatoria a una organización o grupo social formal e informal. Es un factor protector para la salud mental y física del adulto mayor que debería ser evaluada en la práctica clínica por medio de preguntas simples o cuestionarios, debido al gran impacto que tiene la participación social en la salud de los adultos mayores. La evaluación permitiría orientar y derivar a los adultos mayores a participar en determinadas organizaciones comunitarias, principalmente aquellos que no están vinculados en redes de apoyo o que no forman parte de algún grupo comunitario y que están teniendo síntomas de depresión o iniciando un cuadro de deterioro físico o cognitivo. Esto ampliaría aún más los horizontes de la salud pública, vinculado las acciones de prevención y promoción de la salud con las organizaciones comunitarias.
Finalmente, más investigaciones son necesarias, principalmente en Latinoamérica, donde hay poca evidencia disponible, para identificar los mecanismos específicos que explican la asociación entre participación social y salud de los adultos mayores, así como la elaboración y validación de más instrumentos de evaluación que puedan ser utilizados en la práctica clínica.
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Fuentes de financiamiento: Autofinanciado.
Material suplementario: Disponible en la versión electrónica de la RPMESP.
Citar como: Sepúlveda-Loyola W, Dos Santos Lopes R, Maciel RPT, Probst VS. Participación social, un factor a considerar en la evaluación clínica del adulto mayor: una revisión narrativa. Rev Peru Med Exp Salud Publica. 2020;37(2):341-9. doi: https://doi.org/10.17843/rpmesp.2020.372.4518
Correspondencia: Walter Aquiles Sepúlveda Loyola; Walterkine2014@gmail.com
Contribuciones de autoría: WASL y RDSL han participado en la búsqueda de literatura, y en el diseño y construcción del artículo. RPTM y VSP participaron en la redacción, así como aprobación de la versión final.
Conflictos de interés: Los autores declaran no tener conflictos de interés en la publicación del artículo.
Recibido: 07/05/2019
Aprobado: 11/03/2020
En línea: 12/06/2020