SIMPOSIO: GÉNERO Y SALUD
Mujeres en embarazo, parto, y posparto: una mirada desde el
pensamiento feminista*
Women in pregnancy,
delivery, and postpartum: a
look from the feminist point of view
Libia A. Bedoya-Ruiz
1 Médica, magister en Salud Pública 4
Andrés A. Agudelo-Suárez
1,2 odontólogo, doctor en Salud Pública
Diego A. Restrepo-Ochoa
1,3 psicólogo, doctor en Salud
Pública
1 Escuela
de Graduados. Universidad CES. Medellín, Colombia.
2 Facultad
de Odontología. Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia.
3 Facultad
de Psicología. Universidad CES. Medellín, Colombia.
* El presente ensayo forma parte de la tesis:
Bedoya Ruiz LA. Configuración de la relación de las mujeres en embarazo parto y
posparto con los servicios de salud en diferentes niveles de atención según la
clase social. Bogotá (Colombia). [Tesis de doctorado]. Medellín: Escuela de
Graduados. Universidad CES de Medellín; 2020.
RESUMEN
Este ensayo analiza los aportes del enfoque de
género del pensamiento feminista para comprender la relación de las mujeres en
el embarazo, parto, y posparto con el personal de los servicios de salud. Se
analizaron investigaciones originales de diseño cualitativo en las cuales se
visualiza la relación de las mujeres con el personal de salud. Se concluye que
el enfoque de género del pensamiento feminista es una aproximación útil para
comprender la problemática de las relaciones de las mujeres con el personal de
los servicios de salud en aspectos como la violencia obstétrica, el cuidado y
la intersección del género con otras categorías, en el marco del sistema de
salud.
Palabras clave: Género; Embarazo; Parto; Periodo Posparto; Relaciones Interpersonales; Servicios de Salud Materna; Feminismo; Violencia de género; Medicalización; Derecho a la Salud (fuente: DeCS BIREME).
ABSTRACT
This essay analyzes the contributions
of the gender approach of feminist thinking to understand the relationship of women in pregnancy, childbirth, and postpartum with health service
personnel. Original qualitative
design research was analyzed, were
the relationship of women with health
personnel is visualized. It is concluded that
the gender approach of feminist thinking is a useful
approximation to understand
the problem of women’s relations with health service
personnel in aspects such as obstetric violence, care and the intersection of gender with other
categories, in the framework of the health system.
Keywords: Gender; Pregnancy; Childbirth; Postpartum Period; Interpersonal Relations; Maternal Health Services; Feminism; Gender-Based Violence; Medicalization; Right to Health (source: MeSH NLM).
INTRODUCCIÓN
El género como categoría
analítica es relevante en las ciencias sociales y de la salud, dentro del
pensamiento feminista, pues permite comprender cómo la sociedad está organizada
y jerarquizada socialmente y en las instituciones de salud (1-4).
Sin embargo, existen atolladeros del género en algunos ámbitos académicos, que
lo desvinculan del carácter emancipatorio, político (5),
colectivo y asociativo de las luchas de los movimientos feministas (6).
Esto provoca que el género adquiera posiciones acríticas afectando las
condiciones sociales (5) y la salud de las
mujeres (6).
La teoría social del género
nació en el siglo XX (2). Scott hace un recuento histórico de las posiciones
teóricas feministas, como la teoría del patriarcado, el marxismo y el
psicoanálisis (3). También se exponen sus límites, porque en ellas el
problema radica en lo biológico y, por lo tanto, es de difícil transformación.
El género no puede reducirse a aspectos domésticos y deben incluirse otros
elementos, como lo político.
Connell (2,7) plantea que la investigación científica
evidencia diferencias psicológicas no significativas entre hombres y mujeres.
Su propuesta define el género a partir de las relaciones sociales y se entiende
como una estructura que involucra una relación específica con los cuerpos, los
cuales son afectados por procesos sociales (trabajo, medicina, educación) y son
las conductas sociales las que explican las diferencias reproductivas
biológicas.
Esta propuesta dialoga con el enfoque de género como determinante
de la salud (1),
que se interesa por investigar los modelos culturales, los cuales construyen
diferentes identidades y roles tanto masculinos como
femeninos. Esta perspectiva se instaura más en lo relacional que en las
diferencias, y desarrolla el paradigma hermenéutico crítico. En este contexto
se realizan investigaciones sobre el discurso médico referente a la maternidad
y el control de lo femenino por la tecnología médica.
Se pretende, por lo tanto,
visibilizar la utilidad del enfoque feminista para comprender la relación de
las mujeres en embarazo, parto y posparto (EPP) con el personal de salud.
METODOLOGÍA
Se realizó previamente una revisión narrativa sobre
aspectos teóricos que analizan la relación de las mujeres en EPP con el
personal de salud (8). Los artículos originales encontrados en las bases de datos
de salud pública no daban cuenta del género como categoría analítica con
perspectiva feminista, por lo cual se seleccionaron algunas investigaciones con
el fin de develar alternativas teóricas. Con esta información se construyó este
documento, que intenta trascender los límites de un ensayo académico (9) para construir una propuesta reflexiva (5) especialmente en el contexto de la salud
pública.
DISCUSIÓN
A continuación, se discute el pensamiento feminista
en aspectos relacionados con la violencia obstétrica, el cuidado en los
servicios de salud y las intersecciones del género con otras categorías en el
marco de los sistemas de salud.
La violencia obstétrica
Investigaciones realizadas en
Latinoamérica (4,10-16) muestran
violencia caracterizada por la a) Brusquedad del personal hacia las mujeres,
especificado por golpes, utilización del cuerpo para causar dolor, empujones de
las piernas para facilitar el parto y abuso verbal dado por comentarios
relacionados con la vida sexual de las mujeres, interpretándose el dolor del
parto como un castigo por haber tenido placer en el proceso de la concepción.
Se invalida lo que la mujer conoce de sí misma, se silencia y juzga cuando no
obedece las órdenes médicas. b) Abandono durante el parto incurriéndose así en
negligencia médica. c) Personal con actitud antipática, donde es normalizada la
no respuesta, la verbalización mínima, y la banalización del sufrimiento. d)
Realización de prácticas medicalizadas no
recomendadas por la evidencia científica (17) donde la mujer no puede
tomar decisiones sobre su propio cuerpo y se excluyen los aspectos fisiológicos
y naturales del proceso de EPP.
El enfoque de género del
pensamiento feminista podría aportar elementos complementarios, pues el tema
sobre el castigo a las mujeres ha sido estudiado en investigaciones sobre
violencia contra la mujer y, aunque se enfocan en la violencia doméstica,
valdría la pena resaltar lo siguiente:
Ariza (18) mostró que se puede rastrear históricamente
una categoría denominada el «derecho masculino al castigo», definido
como las facultades que tiene el esposo o padre de familia para corregir a la
esposa o hijas(os) cuando estos violan el honor patriarcal, por ejemplo, con la
desobediencia de la mujer. Este derecho se adquiere porque las mujeres dependen
económicamente del hombre, existe una fuerte valoración del matrimonio y las
religiones cristiana y musulmana influyen en las costumbres sociales que ayudan
a explicar el modelo cultural de género en occidente.
El patriarcado es una
estructura, objeto de análisis del feminismo, que está presente en el estado y
en sus instituciones, donde la normatividad sobre la violencia de género no es
eficaz, dado que se requiere incidir políticamente en las prácticas
naturalizadas de las personas que ejercen el poder (6). Lo
anterior se relaciona con los servicios de salud, pues la medicina ha sido
masculinizada históricamente, y el personal de salud necesita comprender la historia
y transformar su formación y sus prácticas (4,19-21).
La formación médica está
jerarquizada y los métodos de enseñanza, históricamente, no buscan reflexividad
sobre las prácticas biologicistas. La forma de
aprendizaje de los estudiantes de la salud consiste en largas jornadas de
trabajo y ayuno (6,11), lo cual afecta sus derechos.
Por otro lado, el cuerpo y la
autonomía sobre éste, han sido categorías que explican la generización
del cuerpo por prácticas disciplinarias (7). En el contexto del EPP las
prácticas médicas son normalizadas por mujeres, acompañantes y personal de
salud (22).
Son vistas como aspectos técnicos exigidos por protocolos médicos, no se
reconocen como violentas y en algunos contextos se reproducen en los servicios
de salud como reflejo de la violencia y degradación de valores que vive la
sociedad (12).
La violencia obstétrica puede
ocurrir en momentos diferentes al parto. Badinter (23) critica la presión social que recae sobre la
madre para amamantar. Dicha presión social es ejercida también por el personal
de salud que estigmatiza a la mujer que no logra la meta de lactancia materna
exclusiva los primeros seis meses, y promovida históricamente por una institución
biomédica, católica estadounidense, denominada La Liga de la Leche.
En ese contexto la lactancia
materna deja de ser un derecho y se convierte en una obligación en horarios y
rutinas impuestas en el hospital (22). Adicionalmente, se
responsabiliza a la mujer por la reproducción social y por el trabajo doméstico
y re-productivo, el cual no es remunerado por fuera de la licencia de
maternidad, promoviendo así la feminización de la pobreza (2), que
hace parte de la violencia estructural fomentada por el capitalismo
global (5).
El cuidado y sus roles
Müller y Silva (24) mostraron que el puerperio es una experiencia
compleja para la familia, pues el hecho de lactar genera ansiedad y dolor en
las mujeres. El acompañamiento del personal de salud y de sus redes sociales es
fundamental para superar las dificultades y optar por la opción de amamantar.
Para el pensamiento feminista
es relevante el cuidado olvidado en los servicios de salud (22,25),
pues es importante visibilizar el trabajo femenino en el proceso de
atención (4,20,22). Al respecto, Ehrenreich y English (21) analizaron el nacimiento de la medicina
moderna en Europa y cómo esta desplazó a las mujeres sanadoras y parteras de
sus prácticas en salud. Lo anterior coincide con otro estudio realizado en
Colombia (20).
Fernández (4) muestra que la división del trabajo es
jerárquica en las instituciones de salud, donde las mujeres se encargan del
cuidado y los hombres de aspectos directivos. El saber clínico-científico asumido
por hombres y mujeres está masculinizado y sobrevalorado por la
responsabilidad. Esto provoca la subvaloración de áreas no médicas como el
trabajo social, la enfermería y la psicología.
Lorber (19) explica cómo los significados de la relación
médico-enfermera se construyen desde la segunda guerra mundial, por el traspaso
de los roles familiares a los servicios de salud. En ese sentido, las
enfermeras adquieren un rol materno (atención a las necesidades emocionales);
el médico, un rol paterno (da órdenes), y el paciente es el hijo que obedece.
El proceso de EPP no es solo
una cuestión biológica, sino también cultural que muestra la manera como se
organiza la sociedad, sus valores e interacciones. En la atención sanitaria se
visibilizan los mandatos que la sociedad espera de las mujeres. Dada la
relevancia de este asunto, el estado necesita controlar y vigilar este proceso
íntimo (22).
Al respecto, Sánchez (26) analiza los discursos médicos a finales del siglo XIX, los cuales incorporan los arreglos sociales de género en los servicios de salud. En estos discursos se devela que el significado de mujer corresponde a su capacidad para ser madre y esposa, dependiente del marido, lo cual la coloca en condiciones de debilidad y subordinación, siendo lo anterior un concepto relevante para la construcción patriarcal de las relaciones de género. De esta manera, los médicos se apropian de la capacidad de hablar de la mujer y esta es considerada un objeto de observación y análisis en el proceso de atención de la salud.
El género y sus intersecciones
El análisis de la realidad
visualizado solo a partir de la categoría género es insuficiente, ya que las
intersecciones entre categorías sociales (género, etnia, clase social) crean
ubicaciones sociales complejas que se ajustan más a la naturaleza de las
experiencias sociales. Se evidenciaron algunos artículos donde la categoría
género se cruza con otras categorías y es necesario discutir otros enfoques de
género diferentes a los propuestos en la introducción.
Binder et
al. (27) muestran que los profesionales de la salud
tienen dificultades para aceptar la cultura (relacionada con el origen musulmán
de las mujeres en EPP), la cual critican pues determina aumento de la
mortalidad materna. Esto provoca que se impongan prácticas, como la cesárea,
sin tener en cuenta lo que piensa la mujer.
Valdría la pena potenciar los
resultados anteriores, teniendo en cuenta la teoría de la interseccionalidad,
que se desarrolla con el pensamiento negro feminista (Davis, Hooks, Hill, Crenshaw) en Estados
Unidos, y se conceptualiza como un modelo de análisis de las diferencias
sociales, desde las relaciones de poder representadas en las diferencias de
clase social, etnia y género. Esto significa que atributos biológicos como el
sexo y la raza, que se instauran en el cuerpo, se visualizan como naturales e
inmutables y sirven de instrumento para determinar desigualdades sociales
asociadas con procesos discriminatorios y de injusticia social (28).
En el contexto de la
investigación de Binder et al. (27),
sería importante profundizar sobre la configuración de la relación de las
mujeres en EPP con el personal de salud, teniendo en cuenta que las mujeres
entrevistadas fueron inmigrantes de países africanos, región en donde confluyen
diferentes modelos culturales, religiosos y políticos diferentes a los modelos
construidos en occidente.
Álvarez Ossa (29) mostró que las mujeres afrodescendientes con
escasos recursos económicos, están sometidas a un proceso de triple
discriminación en Medellín. Mediante la teoría de la interseccionalidad
se concluye que el hecho de ser mujer, negra y pobre, predispone a este
colectivo a la marginalidad y a la miseria con pocas oportunidades para moverse
en la escala social.
En Chile se visualizan
aspectos similares a los encontrados por Binder et
al. (27) desde el punto
de vista étnico. Alarcón y Nahuelcheo (30) muestran que el contexto sociocultural de las
mujeres indígenas Mapuche en EPP, no es tenido en cuenta, pues en las instituciones
de salud la medicina tradicional indígena es excluida de las prácticas médicas
occidentales. Lo que se relaciona con la teoría feminista poscolonial (2) donde se excluye y se discriminan los saberes
diferentes a los occidentales.
Latinoamérica no es ajena a la
historia de la colonización del primer mundo (países del centro y del norte
global) sobre el tercer mundo (países de la periferia), y es en el primero
donde se han construido la mayoría de las teorías occidentales de género (2). Segato (31) plantea que estas teorías han tratado de
instaurarse a la fuerza en contextos culturales diferentes, sin tener en cuenta
aspectos propios de la región y con ello se intensifica la violencia relacionada
con el patriarcado.
Las teóricas feministas en la
actualidad no pueden abandonar el análisis de las políticas económicas
mundiales, donde el capital financiero mercantiliza las relaciones sociales y
culturales y se reproduce la dominación sobre los sujetos (5). A
pesar de la generación de una ciudadanía globalizada que promueve la expansión
de derechos, estos retroceden en medio de desigualdades sociales que aumentan
progresivamente (5,6), afectando en mayor medida a los países más
pobres de la periferia (2).
En este sentido, el
capitalismo y el patriarcado se cruzan y generan determinadas
experiencias (5,6,25) en los
sistemas de salud, donde domina el modelo tecnocrático del parto que ve el
nacimiento como un proceso productivo (22), lo cual no solo afecta a
las mujeres sino también las condiciones laborales del personal de salud, que
atiende grandes volúmenes de gestantes. La tecnología excesiva en condiciones
fisiológicas deshumaniza, pero es considerada como necesaria en este
contexto (12).
Yañez (25) investiga la salud materna en los servicios de
salud públicos de Argentina. Muestra cómo las experiencias propias de las
mujeres son excluidas de los servicios de salud y están moldeadas por políticas
internacionales de rentabilidad económica que minimizan el tiempo de atención,
medicalizan y tecnifican el proceso fisiológico del
EPP, ignoran la emocionalidad y el contexto sociocultural de las mujeres, lo
cual afecta su autonomía y la del personal de salud (25).
La jerarquización y
fragmentación de la atención busca mejorar los indicadores de salud pública de
morbimortalidad materno-infantil requeridos por organismos internacionales,
pero no se enfocan en garantizar los derechos, ni promover la calidad en la
atención desde las necesidades de las mujeres (6,25).
Canevari (6) muestra cómo la violencia obstétrica se
intensifica en el contexto del capitalismo globalizado, donde el negocio de la
salud compromete valores éticos del personal, lo que explica el crecimiento de
cesáreas innecesarias sobre todo en el sector privado. Identificar el problema
en el patriarcado de la medicina es insuficiente, pues el poder se ejerce a
través de intereses económicos internacionales donde se acumula capital gracias
a la intervención de los cuerpos. Esto se logra por las alianzas que se
establecen entre el sector privado y el estado, el cual pierde poder para
garantizar derechos aumentando las desigualdades sociales. En este panorama se
resalta la importancia de los movimientos sociales feministas a favor del parto
humanizado que lucha políticamente por los derechos de las mujeres en EPP.
Gama et al. (32) mostraron que, en el sector privado, existe
mayor preferencia por la cesárea pues la mujer se siente sin capacidad de parir
y confía en los profesionales para la realización del procedimiento quirúrgico,
lo que resulta problemático para las mujeres que buscaron un parto natural
después de la cesárea. No fue fácil, en el contexto donde la mujer está en un
lugar desconocido diferente al lugar que ocupa el personal médico experto. Por
el contrario, en el sector público es relevante construir un vínculo respetuoso
donde el equipo médico informe sobre los procedimientos quirúrgicos, lo cual es
diferente al sector privado que tienen parto monitoreado, facilitando mayor
intercambio y calidez en la comunicación. Este estudio no desarrolla la
categoría género y clase social como categorías analíticas, pero es otra
aproximación a la desigualdad observada en la relación de las mujeres en EPP
con el personal de salud.
Gourlay et
al. (33) mostraron que no solo es problemático el balance
en el poder que depende de la relación de las mujeres en EPP con el personal,
sino también las condiciones estructurales de los servicios de salud públicos,
como los materiales de trabajo y las condiciones laborales del recurso humano,
quienes necesitan disminuir presiones de tiempo en el proceso de atención, y
acabar con la precarización de las instituciones de salud.
Desde el enfoque de género
como determinante de la salud (1), se requieren aproximaciones
integrales donde se involucre tanto al hombre como a la mujer en el proceso de
EPP (34).
Para el caso del estudio realizado por Gourlay et
al. (33), se necesita la participación de la pareja en el
programa de VIH-SIDA para prevenir la transmisión de dicha enfermedad durante
el EPP.
Por último, los movimientos
feministas han tenido logros históricos importantes que han cambiado la vida de
las mujeres, por ejemplo, la lucha por la autonomía en la interrupción
voluntaria del embarazo. Este documento no da cuenta de este tema, dada la
limitación en la búsqueda de información. Adicionalmente, se requiere
profundizar en cada una de las temáticas propuestas.
Conclusiones
Es relevante la comprensión de
diferentes teorías feministas, para desarrollar investigaciones, donde se
acompañen las mujeres, desde un paradigma hermenéutico crítico. Lo anterior
implica cambiar la mirada de los salubristas, para acercarse a las necesidades
de la población, independientemente de los intereses internacionales. Es
necesario establecer diálogos que le permitan a la biomedicina integrar el
derecho de las mujeres a estar saludables y tener experiencias de EPP no
violentas, lo cual requiere una visión crítica del personal frente a la
transformación estructural del sistema de salud mercantilizado, y las
condiciones sociales de pobreza y desigualdad que afectan la salud. La
capacitación del recurso humano necesita ser reflexiva e incluyente,
visibilizando los discursos y comportamientos del personal, de tipo sexista,
patriarcal y estereotipado, que afectan los derechos de las mujeres.
Adicionalmente, se requiere hacer énfasis en la salud mental de las mujeres,
sus procesos fisiológicos y sus saberes construidos referentes al parto
natural.
Existen aspectos microsociales simbólicos (lenguaje, comunicación y
confianza), imbricados en la relación de las mujeres en EPP con el personal de
salud, que están influenciados por aspectos macrosociales
y estructurales (racismo, patriarcado y capitalismo), que confluyen en los
servicios de salud, y que deberían ser develados a través de investigaciones
que permitan a las mujeres y el personal de salud, el desarrollo de actividades
participativas, asociativas, colaborativas y colectivas. Esto con el fin de
promover la transformación de la realidad, donde se respeten no solo los derechos
sexuales y reproductivos, sino también los derechos sociales como el derecho
al trabajo digno y a la no discriminación en los servicios de salud por
condición de género, clase o etnia.
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al embarazo, parto y puerperio. Rev Cubana Salud
Pública. 2010;36:330-6.
Financiamiento: Beca doctorado nacional Colciencias convocatoria 647-2014 y
convocatoria de pequeña cuantía de la Universidad CES Medellín, Colombia.
Citar como: Bedoya-Ruiz LA, Agudelo-Suárez AA, Restrepo-Ochoa DA.
Mujeres en embarazo, parto, y posparto: una mirada desde el pensamiento
feminista. Rev Peru Med Exp Salud Publica.
2020;37(1):142-7. Doi: https://doi.org/10.17843/rpmesp.2020.371.4981.
Correspondencia: Libia A. Bedoya-Ruiz; Escuela de Graduados, Universidad CES,
Calle 10 A No. 22–04. Medellín, Colombia; bedoya.libia@uces.edu.co.
Contribuciones de autoría: Todos los autores participaron en la concepción, el
diseño del trabajo, análisis, interpretación de datos, revisión crítica y
aprobación de la versión final. LABR realizó la recolección de datos y la
escritura inicial del artículo. Todos los autores se hacen responsables y
garantes de todos los aspectos que integran el manuscrito. Este artículo es
parte del proceso de formación doctoral de LABR en el doctorado en Salud
Pública de la Universidad CES y será usado como parte del material empleado
para la disertación de la tesis.
Conflictos de intereses: Ninguno.
Recibido:
19/11/2019
Aprobado:
12/02/2020
En línea:
23/03/2020